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La historia de Grace
Grace huyó de sus traficantes en Dubai e inmediatamente buscó ayuda en una iglesia local. Allí conoció a un sacerdote y a unas monjas que rápidamente la pusieron en contacto con las Hermanas de Talitha Kum en su país natal, Nigeria. Gracias a su apoyo, pudo salir de los EAU y las hermanas de Villa Bakhita la acogieron calurosamente en el aeropuerto. Grace recuerda lo atentas que fueron mientras procesaba el trauma de su experiencia, dándole la oportunidad de compartir su historia sólo cuando se sentió preparada.
Durante su estancia en el refugio, Grace pudo asistir a misa con regularidad y estableció un fuerte vínculo con las hermanas. Esperanzadas y decididas a continuar sus estudios, las hermanas le ofrecieron cursos de informática y formación práctica en cocina y repostería. Talitha Kum también ofrece cursos de restauración, sastrería y peluquería para que las supervivientes puedan recuperar su independencia y reintegrarse en la sociedad.
Tras vivir en Villa Bakhita entre 7 y 8 meses, Grace consiguió montar su propio negocio de catering y mantener a su madre y hermanos. Dice: «Con su ayuda y sus oraciones, las hermanas me dieron el valor para valerme por mí misma.
Años después, Grace sigue en contacto regular con las Hermanas de Talitha Kum. «Me lleno de alegría y gratitud cada vez que pienso en las Hermanas», dice. «No puedo evitar llamarlas cada vez que me vienen a la mente». Mientras escribimos esto, hemos recibido la buena noticia de que Grace ha sido admitida en la universidad con una beca, cumpliendo así su deseo de continuar sus estudios de Nutrición, sin dejar de dedicarse a su negocio de catering.
A otras mujeres y niñas que han experimentado un sufrimiento similar, Grace les envía este mensaje: «Nunca os rindáis, sed siempre fuertes. No hay nada que no puedas hacer. Incluso cuando parezca que no hay esperanza, acude a Dios, y Dios proveerá porque Dios cuida de todos.»
La historia de Grace encierra un poderoso mensaje de esperanza, no sólo para los supervivientes, sino también para sus cuidadores. Una hermana de Villa Bakhita dijo: «Historias como la suya son muy alentadoras. Este trabajo puede ser difícil y frustrante, pero cuando ves que la gente responde y coopera, refuerza tu motivación para continuar y te reafirma en que hay esperanza. Es un fuerte mensaje de esperanza para todos los demás supervivientes»