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TRABAJO INFANTIL, UN CAMINO QUE CONDUCE A LA TRATA DE PERSONAS
Son las 7 de la mañana. Si pasas por los suburbios más pobres de Beirut y miras a tu alrededor, ves niños corriendo por todas partes. Algunos llevan una mochila y se dirigen a la escuela, otros cargan cajas pesadas y preparan los mercados para los primeros clientes. Esto no es algo inusual, aunque debería serlo. El trabajo infantil es una triste realidad en Líbano. Es un gran problema que afecta a la sociedad contemporánea. Es explotación. Para muchos, es un camino que atrapa a los niños en las redes de los traficantes.
La situación de vulnerabilidad de las familias pobres lleva a los padres a hacer que sus hijos abandonen la escuela y trabajen desde una edad muy temprana. Estos niños son explotados tanto por sus padres como por sus empleadores. Karim, un niño de 11 años, trabaja como carpintero en condiciones muy difíciles, utilizando herramientas pesadas y peligrosas. Trabaja muchas horas para ganar 50.000 libras libanesas a la semana (algo menos de 30 euros). Karim es golpeado casi todos los días, encerrado en el baño durante horas, maltratado mental y físicamente por su empleador. Esta situación exigía una acción inmediata.
Una de las tareas más importantes de la red Fuentes de Esperanza - Wells of Hope ينابيع الامل, es organizar sesiones de sensibilización sobre la trata de personas en zonas extremadamente pobres, donde la gente vive por debajo del umbral de la pobreza, involucrando la participación de mujeres, adolescentes y niños. A través de estos contextos abordan la dura realidad de la explotación laboral infantil, que puede considerarse una de las peores formas de tráfico de personas. Hay varias zonas que la red visita: como los suburbios del sur de Beirut, los campos palestinos, Chiyeh, Ayn el Remmaneh, los campos de Sabra, Nabaa, Sin el Fil y Bourj Hammoud, así como Trípoli y la región de la Beqaa. Donde hay una gran necesidad de atención y asistencia social. El trabajador social visita a los niños y sus padres personalmente, descubre sus necesidades y les explica cómo protegerse. Los niños reciben un número de teléfono al que pueden dirigirse en caso de emergencia. Durante estas visitas, la red Wells of Hope ha detectado la necesidad de ofrecer apoyo psicológico a algunos de estos niños que han sufrido abusos físicos y psicológicos.
Ahmad tiene 13 años y es un refugiado sirio. Abandonó los estudios para trabajar en un supermercado desplazando cajas pesadas durante más de 14 horas al día. Recientemente ha sufrido malos tratos físicos. Su madre informó de que Ahmad no pudo moverse de la cama durante dos días. Con la intervención de Wells of Hope se recabó información y se logró atender algunas de las necesidades, pero lamentablemente no se logró mucho porque no se contaba con otras alternativas para ofrecer. Para Wells of Hope la única posibilidad es esforzarse por mejorar las condiciones de trabajo de los niños, sensibilizarlos para evitar la explotación laboral y evitar que sean reclutados por la red de traficantes.
Últimamente, estamos notando que el número de niños que abandonan la escuela para trabajar es en aumento. Una de las razones es la actual crisis económica y la inestabilidad política, ya que las familias no tienen suficientes ingresos y, con la pobreza y el desempleo, los niños se ven obligados a trabajar para conseguir el dinero suficiente para sobrevivir. Hace unos días, un niño de 10 años que trabajaba en una empresa de hielo, mientras ponía el hielo en el camión de un cliente, fue obligado a subirse en él. Tuvo la suerte de escapar.
La pobreza, la falta de oportunidades y el desconocimiento de los riesgos llevan a muchos padres a enviar a sus hijos a trabajar en lugar de ir la escuela, pensando que el estudio no les traerá un futuro mejor si no tienen un mínimo de calidad de vida hoy. Los padres no son conscientes del riesgo que corren sus hijos al caer en la trampa de la trata de personas.
Aunque la red no trabaja directamente en la prevención del trabajo infantil, sí lo hace a través de la sensibilización de la sociedad sobre esta realidad, con particular atención hacia las personas en situación de pobreza y los refugiados. Estamos convencidos de que se trata de un problema social muy importante que hay que abordar, teniendo en cuenta el impacto de las nuevas tecnologías. Los niños trabajadores, menores de 18 años, son vulnerables. Trabajan en lugares inseguros e insalubres durante largas horas, utilizando herramientas peligrosas y productos químicos, son sometidos a abusos verbales, físicos y mentales. Estos niños están gravemente explotados y a menudo son víctimas de la trata de personas.